domingo, 25 de septiembre de 2011

Que mi droga eres tú.

Yo desperté con sobredosis de realidad. Parecía que me la hubieran inyectado en mis venas. Creo que nunca más tube los pies tan clavados en el suelo como aquella vez. Me miraba en el espejo y tenia los ojos como platos, en mis manos resbalaba sudor y mi cuerpo temblaba. ¡Qué debil! -pensaba-. Todas las atormentadas mañanas me demostraban mi diminuta existencia en el mundo y la falsedad que había tras cada época de mi vida. Veía mi silueta oscura, opaca. Aunque poco a poco se volvió casi traslúcida y un poco más y se difumina... igual que el humo al desvanecerse en el aire. Y de repente... ¡todo cambió!

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