viernes, 20 de mayo de 2011

Que din os rumorosos
na costa verdencente
ao raio transparente
do prácido luar?

lunes, 16 de mayo de 2011

Sí, sí, ya. Claro.

Hace siglos que no escribo y ahora siento la necesidad de escribirlo todo. Me gustaría hablar de lo extraña que me siento en estos momentos, de la soledad que viene y se va, de cómo me gusta todo de él, de la imperiosa necesidad de encontrar un hueco estable para mí, de las ganas que siento a veces de limitar mi vida a descubrir la poesía y la fotografía, de la envidia hacia los gatos solitarios, de la felicidad efímera de los días de verano, de cuánto echo de menos su cuerpo cada puta noche, de la desesperación que me produce a veces no tener nada sólido y firme. Es curioso ver cómo todo lo que dejé al irme, ha esperado pacientemente a que volviera para darme ganas de marcharme de nuevo. Hace tiempo que dejé de escuchar los consejos del Universo. Siempre parece que avanzo y nunca me muevo del sitio. No sé si el resto de la gente está perdida. No sé si es natural y normal estarlo. ¿Debería resignarme a sobrevivir en vez de comerme la cabeza por vivir?

Modas sin sentido

Fíjense ustedes: yo comencé escribiendo poesía, como todo el mundo. Pero esto es ya muy extraño: que todo el mundo escriba poesía. Parece lo más espontáneo, lo más inmediato, lo más natural; sin embargo sabemos que no tiene nada de espontáneo, ni de inmediato, ni mucho menos de natural. A lo cual debemos añadir que una actividad tan extendida carece, sin embargo, de relevancia social; leen poesía doscientos poetas que cada año escriben doscientos libros para doscientas editoriales que sólo conocen doscientos poetas.